Pocos lugares en el mundo muestran tantos contrastes como La Habana. Una mezcla de esplendor con deterioro la hace única e indescriptible, y para muchos el más auténtico de los destinos. Uno de obligada visita― dicen― antes de que, en un futuro no muy lejano, puedan llegar las grandes corporaciones como McDonald y Starbucks, y cambie su esencia para siempre.

Intensa las 24 horas del día, su espíritu se refleja en la gente. La bulla de los almendrones (carros antiguos americanos), la música alta, el gentío, espantan cualquier indicio de soledad y aburrimiento. En los barrios más céntricos y poblados, el día comienza justo después de la medianoche, y la rumba nunca termina.

Cada esquina es una postal, cada diálogo con los locales ―quienes conversan como si fuesen filósofos de la vida― te acerca a esa realidad surrealista que respira toda una isla.

A continuación 3 momentos que no te puedes perder si visitas la villa de San Cristóbal de La Habana:

LAS CUATRO PLAZAS

No hay mejor forma de comenzar tu viaje que caminar las cuatro plazas fundacionales de esta ciudad que ya cumplió 500 años. Las “galerías” al aire libre del casco histórico cuentan historias y mitos que han sobrevivido al paso del tiempo.

La Plaza de Armas, la Plaza de San Francisco, la Plaza Vieja y la Plaza de la Catedral se encuentran en la zona más antigua y mejor conservada de la ciudad. Será un viaje a través de la historia, donde los habaneros inundan las calles con pregones, arte, música y el entusiasmo que caracteriza a los habitantes de esta isla.

Un primer y necesario acercamiento a Cuba y la realidad de los locales que te dará una idea más completa de la vida habanera compleja, llena de desafíos, real. Baila al ritmo de la ciudad más viva del país.

RECORRIDO EN AUTO CLÁSICO

Si de autos antiguos se trata, la Habana parece una ciudad detenida en los años 50´del pasado siglo. Miles de máquinas del tiempo rodantes se mueven de un lado a otro de la ciudad, dejando el rastro de hollín característico que desprenden los carros viejos en las fachadas de los edificios de las principales avenidas.

Chevrolet, Buick, Plymouth, Chysler, entre otros, son algunas de los autos más conocidos. Los cubanos, magos del siglo XXI, los restauran y los mantienen trabajando, con piezas, en su mayoría, fruto de la innovación y la creatividad.

Cuando echa a andar la joyita ― así les llaman los dueños cariñosamente a sus vintages― la experiencia es totalmente diferente a cualquier carro que hayas montado antes. Con el aire golpeando la cara y el olor a humo que desprenden los motores antiguos, la travesía te muestra la ciudad sin barreras, la más accesible, la más cercana a los locales.

LA PUESTA DE SOL EN EL MALECÓN

Si visitas la ciudad y quieres tener una experiencia auténtica, no puedes dejar de visitar “el Sofá de la Habana”. El Malecón, un muro de 8 km de largo que protege la ciudad del impacto de los huracanes y el mal tiempo, es el lugar más popular para los habaneros relajarse y disfrutar de la brisa y la vista favorita de muchos.

A diario pasan por allí estudiantes, pescadores, músicos, bailarines, poetas y vendedores, unos para encontrarse, otros a ganarse la vida, la mayoría para escapar de la difícil realidad y en busca de un momento de paz donde solo se escuchen las olas pegando contra el muro. Los enamorados esperan tener el encuentro más romántico, los melancólicos escogen ahogar sus penas frente a la inmensidad, y todos, al menos una vez en la vida, se dan cita en el Malecón para disfrutar de la puesta de sol más perfecta de la Habana.